jueves, 18 de noviembre de 2010

El ser humano y la carrera evolutiva.

Siempre nos ha gustado decir (y sobre todo sentir) que somos la especie que domina el planeta. Esto es cierto a medias.

  
Los dos caminos


Entiendo dos caminos evolutivos, el de adaptación interna y el de adaptación externa.
Un ejemplo exitoso de adaptación interna son las cucarachas, un insecto con una alta tasa de reproducción que le permite mutar en poco tiempo y así adaptarse a las condiciones de su entorno, hecho que le ha permitido poblar casi todas las regiones del globo.
El más exitoso ejemplo de adaptación externa somos nosotros mismos. Todo lo que nos hace humanos apunta  a modificar nuestro entorno, desde nuestro pulgar opuesto hasta nuestro cerebro que procesa y analiza el por qué de todo.


Dominantes


No es casual que digamos (y nos guste decirlo) que somos la especie dominante, justamente es la base de nuestro éxito como especie, el dominar. Dependemos totalmente de nuestra capacidad de modificación del entorno, somos débiles físicamente y aunque somos una especie de clima templado, vivimos en zonas muy calurosas y en zonas muy frías sin que cambie sustancialmente nuestra fisonomía. Lo hacemos porque hemos aprendido genéticamente que nos es más fácil modificar el entorno que modificarnos a nosotros mismos.
Así como evoluciona un parásito en función de sus huéspedes, de la misma manera que un animal polar desarrolla más grasa, de la misma manera que el elefante de clima muy caluroso desarrolla orejas enormes para enfriar su cuerpo y tiene orejas más grandes que el de climas más templados, el hombre piensa y se proyecta para anticipar esas necesidades y cambios. Nuestra obsesión con el planeta explotando y nosotros necesitando otro lugar para irnos, por ejemplo, es una muestra clara de la necesidad de asegurar nuestra supervivencia, más allá de lo que pueda suceder en nuestro entorno.

Primero nos adaptamos al clima y desde ahí avanzamos hasta las naves espaciales.

La lógica es sencilla:

Cuál es el problema?
De qué cosas dispongo?
Y en base a eso buscar la solución.

Cuál es el problema?
Hace frío.
Ese animal no tiene frío porque tiene más pelo que yo, el pelo es calentito. Si yo tuviera ese pelo no tendría frío, se lo quito y me lo pongo encima.
El límite es nuestro conocimiento sobre nuestro entorno y nuestra relación para poder crear lo necesario. Política? Religión? Ciencia? todas responden a alguna de esas dos necesidades (interacción y conocimiento), ambas bases fundamentales de nuestra presencia en este planeta.

miramos al rededor y vemos un mundo construido por nosotros, de ahí que olvidemos que en realidad dependemos de eso que hemos construido. Nuestra propia evolución es de las más complicadas y frágiles por un lado y sólidas por otro. Nuestros cuerpos son más frágiles de lo que asumimos, no nos pueden ni cortar una pierna que dejamos de funcionar. Dependemos de nuestra comunicación y organización para modificar el entorno y solventar nuestras necesidades básicas.

Si nos empeñamos en encontrar una diferencia que nos haga especiales, creo que es la capacidad de no depender cien por ciento del entorno, pero eso acarrea otras debilidades. Como la necesidad de ser muchos para poder modificarlo en nuestro beneficio. Eso aumenta la competencia dentro de la misma especie, lo que, a su vez, se encarga de mantener nuestra población controlada, evitando que seamos más de los que necesitamos ser.

Claro que esto es tan sólo una apreciación mía y puede que sea un simple misántropo que se enrosca en escribir.-

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