sábado, 20 de febrero de 2010

Un puñado de ratas aladas ayudan a ganar una discusión existencial

Estoy arrancando con lo más viejo, este es uno que más adelante me sirvió como prueba de que Dios no existe. Pasa que uno de los argumentos más fuertes (en contexto, obvio, por sí mismo hace agua por todos lados) que me blandían los convecedores era que la prueba de Su existencia era el mundo mismo, la perfección con que estaba acomodado debía ser prueba de la existencia de algún ser sobrenatural omnipresente y omnipotente. A tamaña insensatez (semejante a asombrarse por la inteligencia de la estalagmita que crece justo debajo de una gotera que podrá alimentarla) pude responder sólo con otra más grande, y las pruebas de que el mundo es de las palomas son las plazas, las cornisas, las sociedades protectoras de animales (humanos controlados mentalmente por las palomas), etc. Obviamente la discusión acabó ipso facto.-


EL MUNDO ES DE LAS PALOMAS

El mundo entero es de las palomas, su caótica gracia al andar refleja todo lo socialmente "útil" de la vida humana en sociedad.

Sólo hace falta ver cómo acompasan sus movimientos, esa torpeza que precede a su ruidoso vuelo. Sus cantos, esa maraña de sonidos guturales que recuerdan, más que a un ave, a una tubería trayendo agua luego de mucho tiempo.

Hoy me encuentro en una de sus capitales al resguardo del cielo abierto y es cuestión de tiempo hasta que bajen a andarla. Siento sus pequeños ojos en mí, sobre mí, las veo pasar sobrevolándome, yendo y viniendo como una jauría de lobos acechando a su presa.

Ahora se han escondido, saben que sé de ellas y no se muestran. La calma es inquietante pues las he perdido de vista pero sé que están allí, en cada cornisa, en cada rama, a mis espaldas, esperando, aletargando este momento, dándose instrucciones unas a otras, reagrupándose, aguardando la llegada del instante preciso en el que han de proceder.

Yo las he descubierto, conozco su plan, esclavos humanos asean sus capitales, yerguen altares para su deleite, limpian sus heces, las mismas que ellas riegan por todos lados sin reparo pues saben serán removidas. ¡Si hasta las alimentan y todo! Sus pequeños cerebros han ideado el más malicioso plan y ellas sólo deben disfrutar de los frutos que mis congéneres han sabido cosechar para ellas.

El mundo es de ellas, a ellas y sólo a ellas les pertenece.

Pero no siempre será así, la paz acabará pronto, la utilidad humana está decreciendo y ellas en breve reclamarán lo que es suyo... Saben que lo sé, por eso me persiguen, por eso no se muestran, escapan de mi vista... pero sé que están ahí, puedo oirlas dándose directivas, cada tanto me encuentro a alguna y la veo mirándome con uno de sus ojos, sé lo que piensa, veo su malicia en él, se queda ahí parada viéndome como amenazándome, como advirtiéndome de su advenimiento. No puedo ver su otro ojo y eso es lo peor, pues sé que con él está haciendo señas a sus pares y a la vez vigilando sus espaldas para jamás ser sorprendida. No puedo evitar quedarme inmóvil, debo retroceder de a poco y, viendo en busca de sus compañeras (en vano la mayoría de las veces) huir corriendo, pues saben lo que sé, y no les agrada. Me vigilan constantemente.

Mucho tiempo he permanecido en su capital y ya han notado mi presencia. Ahora hay una de ellas observándome en cada lugar a dónde vea y por cada una que veo hay más escondidas, desean que me vaya, que salga de sus dominios. Dos se acercan caminando hacia mí y varias pasaron volando sobre mi cabeza, las siento agolpándose hirviendo de ansiedad, mucho tiempo he guardado su secreto y es hora de silenciarme para siempre. Un aleteo despierta al resto y pronto todas están sobre mi cabeza. Siguen de largo, sólo una ha quedado frente a mí, es la más grande que jamás haya visto, de cuerpo negro y con la punta de sus alas blancas como su cabeza, me mira con sus dos ojos, como si no le preocupara su espalda. Mantiene su mirada y levanta vuelo, he tenido que esquivarla para que no me atropellara. Seguramente hubo algo más importante a último momento.

Hoy me he salvado, pero es cuestión de tiempo hasta que me acaben, pues el mundo les pertenece.


Fundamentalmente el error consiste en tratar de convencer a alguien de nuestra fe. La fe se siente no se piensa.

Éxitos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

genial javo!!! genial!!! (tu prima)

Senecio dijo...

Me gustó che.

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